martes, 28 de septiembre de 2010

La República Islámica de Irán versus la barbarie estadounidense







"Quiero que los iraníes sepan que si yo soy presidenta, atacaremos a Irán (si éste ataca a Israel)," dijo Clinton en una entrevista en el programa "Good Morning America" de la cadena ABC. "En los próximos 10 años, durante los cuales sería tonto lanzar un ataque contra Israel, seríamos capaces de destruirlos totalmente,"
Hillary Clinton, 22 de abril de 2008, Reuters.
I
Irán es una nación esencial dentro del proceso de conformación de un mundo multipolar. Esto no es, en lo absoluto, casual y se encuentra íntimamente vinculado  a su historia, una de las más extensas y ricas de la humanidad.Es decir: tanto el territorio como la gente del actual Irán, desde los orígenes mismos de la civilización, han tenido una enorme importancia geopolítica.
Los restos arqueológicos más antiguos datan de unos 800.000 años de antigüedad. A comienzos del tercer milenio antes de Cristo aparece, en el territorio del actual Irán, el Imperio Elamita, uno de los diversos imperios establecidos en este territorio. Durante el segundo milenio antes de Cristo llegaron, desde el Asia Central, diversas oleadas de migraciones de pueblos iranios que hablaban varios dialectos del Persa Antiguo, idioma emparentado con el Avéstico y el Sánscrito de la India. Hacia mediados del siglo VII antes de Cristo algunas tribus iranias, conocidas como los "medos", se liberan de los asirios y establecen su poder en la región. Lo que sigue es una vasta sucesión de reyes e imperios, de los que vale la pena destacar a los dos Ciros quienes extendieron el poderío persa hasta el mar Mediterráneo. Sus sucesores se apoderaron de Egipto y lucharon contra los griegos por el control del Asia Menor, las costas del Mediterráneo y el acceso al Mar Negro. Posteriormente aparece en la escena histórica Alejandro Magno quien conquista el imperio persa y adopta las costumbres orientales. A la muerte de Alejandro el territorio de la actual Irán pasa a formar parte del Imperio Seléucida. Muy posteriormente ocurre la Conquista islámica de Persia, entre los años 637 y 651 de nuestra era.
Todo lo anterior nos indica cómo, hace milenios, cuando en los territorios de lo que hoy en día es Inglaterra y los Estados Unidos no existía nada semejante a la civilización, este territorio, el territorio de la actual república islámica de Irán, era uno de los más importantes centros de la civilización humana.


Por ello, desde la perspectiva de la milenaria historia iraní, el imperialismo norteamericano no es más que un breve accidente, lleno de barbarie, dentro de la historia humana. Esto, por cierto, nos permite mirar de otro modo las tristemente célebres tesis de Samuel Huntington sobre el choque de civilizaciones. Pudiera decirse, efectivamente, que hay un choque, un conflicto, entre las verdaderas civilizaciones, como la iraní, y los verdaderos bárbaros, la barbarie capitalista, cuya más alta expresión se encuentra, hoy por hoy, en sectores de la élite norteamericana. Enfrentada a una gran civilización que tiene miles de años de antigüedad, encontramos esa verdadera barbarie, ese salvajismo armado con los mayores instrumentos de destrucción masiva que haya conocido la historia humana.


Reflexiones semejantes a la anterior llevaron a intelectuales críticos de la modernidad capitalista como Michael Foucault a declararse solidarios con la revolución islámica de 1979. En una serie de artículos, publicados desde finales de 1978 hasta principios de 1979, Foucault elogió la gran insurgencia del pueblo iraní contra el despotismo pro-Occidental de Reza Pahlevi. Estos textos de Foucault, poco conocidos y debatidos, merecen ser releídos, hoy por hoy, a la luz de las políticas agresivas de las élites norteamericanas contra la revolución iraní.


He aquí una importante cita de Foucault sobre la revolución islámica: "Uno se encuentra con Irán y su peculiar destino. En los orígenes de la historia Persia inventó el Estado y le otorgó modelos basados en el Islam.Sus administradores condujeron el Califato. Pero de este mismo Islam surgió una religión que le dio a su pueblo infinitos recursos para resistir al poder. (…) Para la gente que habita esta tierra lo que es verdaderamente importante de encontrar, aún a costa de sus propias vidas, es esa posibilidad que nosotros hemos olvidado desde el Renacimiento y la crisis del Cristianismo: la posibilidad de una espiritualidad política". Octubre,1978.



                                                                      II

A partir de la revolución de 1979 Irán ha estado a la vanguardia de la lucha contra el imperialismo y de las más diversas formas neocoloniales de dominación. Esto último nos lleva a recordar que la revolución iraní fue la única del siglo XX que no tuvo sus raíces en el proyecto de la Ilustración europea. Este dato (el cual, en sí mismo, constituye un desafío a la arrogancia de Occidente) nos muestra la radicalidad de esta revolución, el intento de las masas y de los líderes iraníes de encontrar un camino distinto al de la modernidad pensada desde Occidente. ¿Existe una sola modernidad o existen múltiples maneras de ser modernos? En la búsqueda de una modernidad específicamente islámica se encuentra, en nuestra opinión, uno de los aportes más importantes de la revolución iraní a los pueblos del mundo.
Esta es una parte fundamental de la singularidad de la revolución islámica en Irán. Frente al capitalismo occidental que, bajo el pretexto de alcanzar la modernidad, despoja a la vida humana de su sentido trascendente, convirtiendo a los seres humanos en meros instrumentos de la acumulación de dinero, Irán, con su revolución islámica, expresa la noble búsqueda de una vida más plena, más integrada a valores que otorguen dignidad al hombre sobre la tierra.
La vasta tradición de la filosofía política islámica ha sido, sin duda, una de las corrientes que condujo a la gran revolución iraní. La tradición de pensadores como Al Farabi quien vivió, aproximadamente, entre los años 870 y 950 de nuestra era y cuya alta reflexión teórica le hizo ser considerado por el mundo islámico como el "segundo maestro" después de Aristóteles. Al Farabi hizo importantes contribuciones en campos como las matemáticas, la medicina y la música. Pero es en el de la filosofía donde es realmente  venerado. En ese campo vale la pena destacar su intento de reconciliar la razón con la religión y, basándose en ese punto de partida, intentar construir una sociedad ideal orientada hacia el logro de la "verdadera felicidad". La función del pensador, del intelectual, para Al Farabi, es ayudar a establecer una sociedad virtuosa donde dicha felicidad sea posible.

                                                                       III
La teología de la liberación en América Latina y la revolución islámica en Irán muestran importantes puntos de coincidencia en la búsqueda de alternativas a la modernidad capitalista y a la profunda alienación, al vaciamiento de sentido, que esta produce en los seres humanos.
No es casual que estas dos búsquedas de una "espiritualidad política" (para recordar el concepto de Foucault) tengan sus orígenes en regiones del mundo que han sido sometidas a una larga historia de explotación imperialista. Leer los textos sagrados desde una perspectiva que busca alternativas al mundo del dinero y de la corrupción es uno de los puentes que existen entre los teólogos cristianos de la liberación y los sabios intérpretes del Corán que han liderado la revolución islámica.
                                                                       IV

Recordemos, en relación con todo lo  anterior, lo que sostenía Rumi, uno de los poetas más grandes de la humanidad, nacido en Afganistán cuando esta región formaba parte del imperio
Persa. Rumi sostenía en torno a las religiones del mundo: "Las lámparas son diferentes pero la luz es la misma: esa luz viene del más allá".El alto desarrollo espiritual de Rumi (maestro de los derviches sufíes), su rechazo del individualismo y del materialismo, lo llevó a exclamar, en uno de sus poemas más célebres, todo un canto de hermandad y de unidad
universal:

“No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni Rizwán.
Mi lugar es el sin lugar, mi señal es la sin señal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi
vida; no tengo otra cosa que hacer más que festejar".

Al evocar a Rumi, ese gran poeta de la humanidad, quien vivió en el siglo XIII de nuestra era, no podemos dejar de recordar a otros gigantes de la poesía universal que nacieron de la civilización persa.
Entre estos gigantes de la palabra poética el más célebre es Omar Khayyam. Aunque sabemos que la enorme mayoría del mundo islámico considera a Hafez (o"Hafiz", otro poeta persa) como un escritor más importante. En todo caso vale la pena recordar, que en Caracas, en nuestro Foro Libertador, muy cerca del Panteón donde reposa Bolívar, se encuentra una hermosa estatua en homenaje a Khayyam quien viviera entre el año 1048 y el 1131. Matemático, con grandes conocimientos de astronomía, defensor del heliocentrismo mucho antes de Copérnico, Omar es el poeta de los placeres terrenales y de la brevedad de la vida:


"De aquel jarro de vino, que a nadie perjudica,
llena tu copa y bebe, y sírveme a mi otra,
muchacho, antes de que haga, sin prestar atención,
con tu tierra y la mía un jarro el alfarero".
"Tuve maestros eminentes y me vanaglorié  de mis triunfos
al recordar lo sabio que era, pienso
en el agua que toma la forma del vaso que la contiene,
o en el humo que disipa el viento".

 


Muy diferente a Khayyam fue Sahabi, un poeta menos conocido en Occidente y del que disponemos de muy pocos datos. Sólo sabemos que murió hacia 1602, es decir, que vivió mucho después de Khayyam. Sahabi fue un gran místico que escribió:

"He visto una alfombra de extraños dibujos
extendida sobre un camino infinito.
Todo el que llegaba allí se sentaba un momento,
Contemplaba cualquier dibujo y después se iba".


Finalmente Hafiz Shirazi o Hafez es considerado como el poeta más grande por prácticamente todos los sectores de la población iraní. Su vida transcurrió durante el siglo XIV de nuestra era y pertenecía al igual que Rumi a la tradición mística islámica Sufí. La poesía de Hafez, reunida en diversos "Divan" o colecciones (sin que se haya establecido una de carácter
definitivo) es de tal popularidad que es ampliamente utilizada en Irán en prácticas para la adivinación del futuro personal. Sus poemas se ha convertido, por tanto, en una especie de oráculo. Su vida ha sido objeto de incontables leyendas. Se dice, por ejemplo, que Hafez aprendió el Corán de memoria, siendo apenas un niño muy pequeño, con tan sólo escuchar cómo su padre recitaba el libro sagrado. Su poesía combina elementos terrenales como  el vino y el amor con reflexiones filosóficas o de carácter teológico sobre el sentido de la vida humana:

"Si los secretos de Dios son desconocidos no pierdan las esperanzas.
Detrás del misterio, está el telón de una aventura"








No hay comentarios:

Publicar un comentario