martes, 28 de septiembre de 2010

La República Islámica de Irán versus la barbarie estadounidense







"Quiero que los iraníes sepan que si yo soy presidenta, atacaremos a Irán (si éste ataca a Israel)," dijo Clinton en una entrevista en el programa "Good Morning America" de la cadena ABC. "En los próximos 10 años, durante los cuales sería tonto lanzar un ataque contra Israel, seríamos capaces de destruirlos totalmente,"
Hillary Clinton, 22 de abril de 2008, Reuters.
I
Irán es una nación esencial dentro del proceso de conformación de un mundo multipolar. Esto no es, en lo absoluto, casual y se encuentra íntimamente vinculado  a su historia, una de las más extensas y ricas de la humanidad.Es decir: tanto el territorio como la gente del actual Irán, desde los orígenes mismos de la civilización, han tenido una enorme importancia geopolítica.
Los restos arqueológicos más antiguos datan de unos 800.000 años de antigüedad. A comienzos del tercer milenio antes de Cristo aparece, en el territorio del actual Irán, el Imperio Elamita, uno de los diversos imperios establecidos en este territorio. Durante el segundo milenio antes de Cristo llegaron, desde el Asia Central, diversas oleadas de migraciones de pueblos iranios que hablaban varios dialectos del Persa Antiguo, idioma emparentado con el Avéstico y el Sánscrito de la India. Hacia mediados del siglo VII antes de Cristo algunas tribus iranias, conocidas como los "medos", se liberan de los asirios y establecen su poder en la región. Lo que sigue es una vasta sucesión de reyes e imperios, de los que vale la pena destacar a los dos Ciros quienes extendieron el poderío persa hasta el mar Mediterráneo. Sus sucesores se apoderaron de Egipto y lucharon contra los griegos por el control del Asia Menor, las costas del Mediterráneo y el acceso al Mar Negro. Posteriormente aparece en la escena histórica Alejandro Magno quien conquista el imperio persa y adopta las costumbres orientales. A la muerte de Alejandro el territorio de la actual Irán pasa a formar parte del Imperio Seléucida. Muy posteriormente ocurre la Conquista islámica de Persia, entre los años 637 y 651 de nuestra era.
Todo lo anterior nos indica cómo, hace milenios, cuando en los territorios de lo que hoy en día es Inglaterra y los Estados Unidos no existía nada semejante a la civilización, este territorio, el territorio de la actual república islámica de Irán, era uno de los más importantes centros de la civilización humana.


Por ello, desde la perspectiva de la milenaria historia iraní, el imperialismo norteamericano no es más que un breve accidente, lleno de barbarie, dentro de la historia humana. Esto, por cierto, nos permite mirar de otro modo las tristemente célebres tesis de Samuel Huntington sobre el choque de civilizaciones. Pudiera decirse, efectivamente, que hay un choque, un conflicto, entre las verdaderas civilizaciones, como la iraní, y los verdaderos bárbaros, la barbarie capitalista, cuya más alta expresión se encuentra, hoy por hoy, en sectores de la élite norteamericana. Enfrentada a una gran civilización que tiene miles de años de antigüedad, encontramos esa verdadera barbarie, ese salvajismo armado con los mayores instrumentos de destrucción masiva que haya conocido la historia humana.


Reflexiones semejantes a la anterior llevaron a intelectuales críticos de la modernidad capitalista como Michael Foucault a declararse solidarios con la revolución islámica de 1979. En una serie de artículos, publicados desde finales de 1978 hasta principios de 1979, Foucault elogió la gran insurgencia del pueblo iraní contra el despotismo pro-Occidental de Reza Pahlevi. Estos textos de Foucault, poco conocidos y debatidos, merecen ser releídos, hoy por hoy, a la luz de las políticas agresivas de las élites norteamericanas contra la revolución iraní.


He aquí una importante cita de Foucault sobre la revolución islámica: "Uno se encuentra con Irán y su peculiar destino. En los orígenes de la historia Persia inventó el Estado y le otorgó modelos basados en el Islam.Sus administradores condujeron el Califato. Pero de este mismo Islam surgió una religión que le dio a su pueblo infinitos recursos para resistir al poder. (…) Para la gente que habita esta tierra lo que es verdaderamente importante de encontrar, aún a costa de sus propias vidas, es esa posibilidad que nosotros hemos olvidado desde el Renacimiento y la crisis del Cristianismo: la posibilidad de una espiritualidad política". Octubre,1978.



                                                                      II

A partir de la revolución de 1979 Irán ha estado a la vanguardia de la lucha contra el imperialismo y de las más diversas formas neocoloniales de dominación. Esto último nos lleva a recordar que la revolución iraní fue la única del siglo XX que no tuvo sus raíces en el proyecto de la Ilustración europea. Este dato (el cual, en sí mismo, constituye un desafío a la arrogancia de Occidente) nos muestra la radicalidad de esta revolución, el intento de las masas y de los líderes iraníes de encontrar un camino distinto al de la modernidad pensada desde Occidente. ¿Existe una sola modernidad o existen múltiples maneras de ser modernos? En la búsqueda de una modernidad específicamente islámica se encuentra, en nuestra opinión, uno de los aportes más importantes de la revolución iraní a los pueblos del mundo.
Esta es una parte fundamental de la singularidad de la revolución islámica en Irán. Frente al capitalismo occidental que, bajo el pretexto de alcanzar la modernidad, despoja a la vida humana de su sentido trascendente, convirtiendo a los seres humanos en meros instrumentos de la acumulación de dinero, Irán, con su revolución islámica, expresa la noble búsqueda de una vida más plena, más integrada a valores que otorguen dignidad al hombre sobre la tierra.
La vasta tradición de la filosofía política islámica ha sido, sin duda, una de las corrientes que condujo a la gran revolución iraní. La tradición de pensadores como Al Farabi quien vivió, aproximadamente, entre los años 870 y 950 de nuestra era y cuya alta reflexión teórica le hizo ser considerado por el mundo islámico como el "segundo maestro" después de Aristóteles. Al Farabi hizo importantes contribuciones en campos como las matemáticas, la medicina y la música. Pero es en el de la filosofía donde es realmente  venerado. En ese campo vale la pena destacar su intento de reconciliar la razón con la religión y, basándose en ese punto de partida, intentar construir una sociedad ideal orientada hacia el logro de la "verdadera felicidad". La función del pensador, del intelectual, para Al Farabi, es ayudar a establecer una sociedad virtuosa donde dicha felicidad sea posible.

                                                                       III
La teología de la liberación en América Latina y la revolución islámica en Irán muestran importantes puntos de coincidencia en la búsqueda de alternativas a la modernidad capitalista y a la profunda alienación, al vaciamiento de sentido, que esta produce en los seres humanos.
No es casual que estas dos búsquedas de una "espiritualidad política" (para recordar el concepto de Foucault) tengan sus orígenes en regiones del mundo que han sido sometidas a una larga historia de explotación imperialista. Leer los textos sagrados desde una perspectiva que busca alternativas al mundo del dinero y de la corrupción es uno de los puentes que existen entre los teólogos cristianos de la liberación y los sabios intérpretes del Corán que han liderado la revolución islámica.
                                                                       IV

Recordemos, en relación con todo lo  anterior, lo que sostenía Rumi, uno de los poetas más grandes de la humanidad, nacido en Afganistán cuando esta región formaba parte del imperio
Persa. Rumi sostenía en torno a las religiones del mundo: "Las lámparas son diferentes pero la luz es la misma: esa luz viene del más allá".El alto desarrollo espiritual de Rumi (maestro de los derviches sufíes), su rechazo del individualismo y del materialismo, lo llevó a exclamar, en uno de sus poemas más célebres, todo un canto de hermandad y de unidad
universal:

“No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China, ni de Bulgaria, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak, ni del país de Jurasán.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni Rizwán.
Mi lugar es el sin lugar, mi señal es la sin señal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi
vida; no tengo otra cosa que hacer más que festejar".

Al evocar a Rumi, ese gran poeta de la humanidad, quien vivió en el siglo XIII de nuestra era, no podemos dejar de recordar a otros gigantes de la poesía universal que nacieron de la civilización persa.
Entre estos gigantes de la palabra poética el más célebre es Omar Khayyam. Aunque sabemos que la enorme mayoría del mundo islámico considera a Hafez (o"Hafiz", otro poeta persa) como un escritor más importante. En todo caso vale la pena recordar, que en Caracas, en nuestro Foro Libertador, muy cerca del Panteón donde reposa Bolívar, se encuentra una hermosa estatua en homenaje a Khayyam quien viviera entre el año 1048 y el 1131. Matemático, con grandes conocimientos de astronomía, defensor del heliocentrismo mucho antes de Copérnico, Omar es el poeta de los placeres terrenales y de la brevedad de la vida:


"De aquel jarro de vino, que a nadie perjudica,
llena tu copa y bebe, y sírveme a mi otra,
muchacho, antes de que haga, sin prestar atención,
con tu tierra y la mía un jarro el alfarero".
"Tuve maestros eminentes y me vanaglorié  de mis triunfos
al recordar lo sabio que era, pienso
en el agua que toma la forma del vaso que la contiene,
o en el humo que disipa el viento".

 


Muy diferente a Khayyam fue Sahabi, un poeta menos conocido en Occidente y del que disponemos de muy pocos datos. Sólo sabemos que murió hacia 1602, es decir, que vivió mucho después de Khayyam. Sahabi fue un gran místico que escribió:

"He visto una alfombra de extraños dibujos
extendida sobre un camino infinito.
Todo el que llegaba allí se sentaba un momento,
Contemplaba cualquier dibujo y después se iba".


Finalmente Hafiz Shirazi o Hafez es considerado como el poeta más grande por prácticamente todos los sectores de la población iraní. Su vida transcurrió durante el siglo XIV de nuestra era y pertenecía al igual que Rumi a la tradición mística islámica Sufí. La poesía de Hafez, reunida en diversos "Divan" o colecciones (sin que se haya establecido una de carácter
definitivo) es de tal popularidad que es ampliamente utilizada en Irán en prácticas para la adivinación del futuro personal. Sus poemas se ha convertido, por tanto, en una especie de oráculo. Su vida ha sido objeto de incontables leyendas. Se dice, por ejemplo, que Hafez aprendió el Corán de memoria, siendo apenas un niño muy pequeño, con tan sólo escuchar cómo su padre recitaba el libro sagrado. Su poesía combina elementos terrenales como  el vino y el amor con reflexiones filosóficas o de carácter teológico sobre el sentido de la vida humana:

"Si los secretos de Dios son desconocidos no pierdan las esperanzas.
Detrás del misterio, está el telón de una aventura"








sábado, 25 de septiembre de 2010

UN POEMA DE CARL SCHMITT





Ex Captivitate Salus  (1945)
Carl Schmitt  

Yo he experimentado todas las tribulaciones del destino
Victorias y derrotas, revoluciones y restauraciones,
Inflaciones y deflaciones, bombardeos
Difamaciones, regímenes colapsados y colapsadas cañerías,
Hambre y frío, encierro y confinamiento solitario,
A través de todo eso he pasado
Y todo eso ha pasado a través de mí.

Yo estoy familiarizado con las abundantes variedades del terror,
El terror desde arriba y el terror desde abajo,
Terror sobre la tierra y terror desde el aire,
Terror legal y extra-legal
Terror marrón, rojo, una combinación de los dos,
Y el peor de todos: el terror que nadie se atreve a nombrarme.
Yo estoy familiarizado con todos ellos y conozco su poderío.

Yo conozco los coros del poder y la ley,
Las voces chillonas y los crueles falsificadores del régimen,
Las listas negras con muchos nombres,
Y las carpetas de los perseguidores.
Y ¿qué debería cantar ahora? ¿El himno del placebo?,
¿Debería abandonar los problemas y envidiar a las plantas y animales?,
¿Temblar de pánico dentro del círculo de los aterrados
Afortunado como el insecto que danza su propia melodía?

Tres veces sentado en el vientre de la ballena,
He confrontado el suicidio a manos del verdugo,
Y sin embargo la palabra reconfortante de los poetas sibilinos me abrazó,
 Y un hombre sagrado del Este me abrió las puertas de la redención.
¡Hijo de esta consagración, no tiembles
Mantente firme y resiste!
(Tradución mía de la traducción al inglés)









DIÁLOGO SOBRE EL PODER DE CARL SCHMITT


Extraordinario texto, escrito para la radio, por Schmitt:

PROTAGONISTAS DEL DIÁLOGO:
E.- (un joven estudiante pregunta) C. S.- (responde)
———————————————————————-
E.-Antes de que hable Usted sobre el poder, tengo que preguntarle una cosa.
C. S.- Dígame, por favor, Señor E.
E.- ¿Usted mismo tiene algún poder o no tiene Usted ninguno?
C. S.- Esta pregunta es muy pertinente y justificada.
Quien hable del poder debería decir previamente en que situación de poder se encuentra él mismo
E.- ¡Aja! Pues bien entonces, ¿tiene Usted poder o no lo tiene?
C. S.- Yo no tengo poder. Soy de los que carecen de poder.
E.- Esto es sospechoso.
C. S.- ¿Por qué?
E.- Porque entonces probablemente estará Usted predispuesto contra el poder. Disgusto, amargura y resentimiento son peligrosas fuentes de errores.
C. S.- ¿Y si yo perteneciera a los que tienen poder?
E.- Entonces, probablemente, estaría usted predispuesto a favor del poder. También el interés por el propio poder y su mantenimiento son, naturalmente, fuente de errores.
C. S.- ¿Quién, entonces, tiene derecho a hablar sobre el poder?
E.- ¡Esto debería decírmelo Usted!
C. S.- Yo diría que quizá existe aún otra posición: la de la observación y descripción desinteresadas.
E.- ¿Este sería entonces el papel del tercer hombre o de la inteligencia flotando libremente? [N.d.T. freischwebende Inteligenz]

C. S.- ¡Y dale con la inteligencia! Es mejor que no empecemos con tales subsunciones. Intentemos enfocar más bien primeramente con precisión un fenómeno histórico que todos podamos vivir o padecer. El resultado se mostrará por sí mismo.
1.
E.- Hablamos, entonces, del poder que ejercen los hombres sobre los otros hombres. ¿De dónde procede realmente el inmenso poder que, pongamos por caso, Stalin, Roosevelt o cualquier otro que pueda citarse, han ejercido sobre millones de hombres?
C. S.-En tiempos pasados se hubiese podido responder: el poder procede de la naturaleza o de Dios.

E.-Me temo que hoy en día el poder ya no nos parece algo natural.
C. S.-Eso me lo temo yo también. Frente a la naturaleza nos sentimos hoy muy superiores. Ya no la tememos. Cuando nos resulta molesta, ya sea como enfermedad o como catástrofe natural, tenemos la esperanza de vencerla pronto. El hombre -por naturaleza un ser viviente débil- se ha elevado poderosamente sobre cuanto le rodea con ayuda de la técnica. Se ha hecho el señor de la naturaleza y de todos los seres vivientes de este mundo. La barrera que sensiblemente le oponía, en otros tiempos, la naturaleza -con fríos y calores, con hambres y carestías, con animales salvajes y peligros de toda índole- empieza a ceder visiblemente.
E.-Es cierto. Hoy en día no tenemos que temer a ningún animal salvaje.
C.S.-Las hazañas de Hércules nos parecen hoy poca cosa; y si hoy un león o un lobo aparecen en una gran ciudad moderna, constituiría, todo lo más, un entorpecimiento de la circulación, y apenas se asustarían los niños. Frente a la naturaleza, el hombre se siente hoy tan superior, que se permite el lujo de instalar parques protegidos.
E.-¿Y qué sucede con Dios?
C. S.-En lo que respecta a Dios, el hombre moderno -aludo al típico habitante de la gran ciudad- tiene también el sentimiento de que Dios retrocede o que se ha retirado de nosotros. Cuando surge hoy el nombre de Dios, el hombre de cultura media de nuestros días cita automáticamente la frase de Nietzsche: Dios ha muerto. Otros, aún mejor informados, citan una frase del socialista francés Proudhon, que precede de cuarenta años a la frase de Nietzsche y que afirma: Quién dice Dios quiere engañar.
E.-Si el poder no procede ni de la naturaleza ni de Dios, ¿de dónde proviene entonces?
C. S.-Entonces solo nos queda una posibilidad: el poder que un hombre ejerce sobre otros hombres procede del hombre mismo.
E.- ¡Ah! bueno, eso está mejor. Hombres lo somos evidentemente todos finalmente. También Stalin fue un hombre; también Roosevelt o quienquiera se nos ocurra citar aquí.
C. S.-Claro, eso suena realmente tranquilizador. Si el poder que un hombre ejerce sobre otros procede de la naturaleza, entonces es, o bien el poder del progenitor sobre su prole, o la supremacía de los colmillos, de los cuernos, garras, pezuñas, vejigas ponzoñosas y otras armas naturales. Pienso que podemos prescindir aquí del poder del progenitor sobre su prole. Nos queda, pues, el poder del lobo sobre el cordero. Un hombre que tiene poder sería un lobo frente al hombre que no tiene poder. Quien no tiene poder se siente como cordero hasta que, por su parte, alcanza la situación de poderoso y desempeña el papel del lobo. Esto lo confirma el adagio latino Homo homini lupus. En castellano: el hombre es un lobo para el hombre.
E.-¡Pero qué horror! ¿Y si el poder procede de Dios?
C. S.-Entonces, el que lo ejerce es posesor de una cualidad divina. Con su poder adquiere algo divino que mantiene consigo. Algo que se debería venerar, si no a él mismo, sí al poder de Dios que se da en el posesor. Esto lo confirma el adagio latino Homo homini Deus. En castellano: el hombre es un Dios para el hombre.
E.-¡Oh! ¡Esto sí que es demasiado!
C. S.- Pero si el poder no procede entonces ni de la naturaleza ni de Dios, todo lo que se refiere al poder y a su ejercicio acontece exclusivamente entre hombres. Entonces estamos los hombres entre nosotros mismos. Los posesores de poder están frente a los sin poder, los potentes frente a los impotentes. Sencillamente, hombres frente a hombres.
E.-Así es. El hombre es un hombre para el hombre.
C. S.- En efecto, lo confirma el adagio latino Homo homini homo
2.
E.-Está claro. El hombre es un hombre para el hombre. Sólo porque hay hombres que obedecen a otros hombres les proporcionan a éstos el poder. Cuando dejen de obedecerles, el poder se acabará.
C. S.-Muy exacto. Pero ¿por qué obedecen? La obediencia no será arbitraria, sino que será motivada por algo. ¿Por qué, pues, dan los hombres su consenso al poder? En algunos casos lo hacen por confianza, en otros por miedo, a veces por esperanza, a veces por desesperación. Pero lo que necesitan siempre es protección, y esta protección la buscan en el poder. Desde el punto de vista del hombre, la única explicación del poder es la relación entre protección y obediencia. Quien no tiene el poder de proteger a alguien no tiene tampoco derecho a exijirle obediencia. Y a la inversa, quien busca y acepta protección no tiene derecho a negar la obediencia.
(Continúa).
Fuente:https://geviert.wordpress.com/2010/04/05/introduccion-a-los-dialogos-sobre-el-poder/
















LA CRISIS DE LOS MISILES DE 1962 Y LA ACTUAL COYUNTURA EN TORNO A IRÁN

Recientemente, durante una entrevista para la prensa alemana, el ex primer ministro de Irak, Iyad Allawi, trazó, de manera muy breve pero sugerente, cierto paralelismo histórico entre la crisis de los misiles en Cuba, durante los célebres “13 días de octubre” de 1962, y la actual situación pre bélica en el Golfo Pérsico. El pasado 31 de agosto, la agencia de noticias ANSA recogió de este modo las declaraciones del iraquí:
“En la región reina el miedo, también en Estados Unidos y en Irán (…) se está yendo hacia una situación como la de la crisis de los misiles de Cuba en 1962 (…) Existe una probabilidad muy alta de una guerra por el programa nuclear iraní”.
Como la historia puede resultar una herramienta útil para orientar la acción política, (particularmente cuando se trata de evitar las lecciones de esa “maestra salvaje” que, según Tucídides, es la guerra) trataremos, en estas breves notas, de delinear los elementos básicos de la crisis de 1962 el momento, sin duda, de mayor peligro para la humanidad en toda su historia. Intentaremos explorar, al mismo tiempo, aquellos aspectos de esta crisis que pudieran ayudarnos a pensar la coyuntura que se vive, en los actuales momentos, en torno al programa nuclear iraní.
La noticia de la detección del emplazamiento, por parte de la URSS, de misiles de alcance medio en Cuba, con capacidad para proyectar armas nucleares, tácticas y estratégicas, contra buena parte del territorio norteamericano, llegó a la Casa Blanca en la mañana del 16 de octubre de 1962. La mayoría de los historiadores coinciden en destacar que la decisión de colocar esos misiles provino de la necesidad, argumentada por Nikita Khrushchev, de tratar de contrarrestar el enorme desbalance, existente en ese momento, a favor de los EEUU, en lo que a armamento nuclear se refería. Con esta decisión Khrushchev se proponía, dada la cercanía geográfica entre Cuba y los EEUU, convertir un conjunto de misiles de alcance intermedio en vectores estratégicos para defender al campo socialista y neutralizar, a su vez, cualquier nuevo intento de invasión norteamericana contra Cuba.
Cabe recordar que, dentro de la atmosfera de miedos y paranoias de la Guerra Fría, en los EEUU se venía discutiendo (al menos desde 1960, a partir de la publicación de “Sobre la guerra termonuclear”, libro del influyente estratega militar Herman Kahn) en torno a las condiciones en las cuales sería posible “ganar” una guerra nuclear contra la URSS.


En un contexto de tal naturaleza comenzaron a radicalizarse tendencias que ya se venían manifestando, desde la década anterior, las cuales argumentaban la necesidad de utilizar las abrumadoras ventajas de Washington, en materia de armamento nuclear, para lanzar un “ataque nuclear preventivo” contra la Unión Soviética. El clímax de esta corriente del pensamiento estratégico norteamericano se alcanzó, con especial crudeza, antes de la crisis de los misiles de 1962, escasos meses después del intento de Playa Girón. Nos referimos a la reunión, ocurrida el 20 de julio de 1961, entre los Jefes del Estado Mayor Conjunto, el jefe de la CIA, Allen Dulles, y el Presidente Kennedy. En dicho encuentro (dado a conocer en 1994, a partir de documentos desclasificados, por James Galbraith, hijo del célebre economista John Kenneth Galbraith) se le propuso al presidente norteamericano lanzar, de manera sorpresiva, un ataque nuclear masivo contra la Unión Soviética, hacia finales de 1963, “precedido por un periodo de intensificación de las tensiones” entre Washington y Moscú. De acuerdo con diversos testimonios, JFK abandonó, asqueado, la reunión. Fue dentro de un contexto de esta naturaleza, en el que se proponía, a consideración del presidente norteamericano, la posibilidad de llevar adelante un genocidio nuclear, que Khrushchev decidió la arriesgada acción de movilizar los misiles soviéticos al Caribe.
Luego de conocerse la instalación de los misiles en Cuba, la crisis se extendería durante casi dos semanas, en las cuales JFK resistió todas las presiones para atacar a la isla caribeña y a Rusia. Finalmente decidió, como es ampliamente conocido, establecer una “cuarentena” en torno a Cuba, desplegando a la marina de guerra norteamericana alrededor de la isla y abriendo, al mismo tiempo, un espacio para la negociación política entre ambas superpotencias. Cabe recordar que, en uno de los momentos más delicados de la crisis, Robert Kennedy, en funciones de negociador enviado por el Presidente, le confiaría a Dobrynin, embajador de Moscú en Washington, que si Khrushchev no mostraba alguna flexibilidad en las conversaciones era posible que se produjera un golpe de Estado en EEUU y que, tras tomar el poder los militares, estallase el conflicto nuclear. Finalmente se alcanzaría un acuerdo para retirar los misiles de Cuba, a cambio de la promesa norteamericana de no invadir la isla y de retirar, a su vez, los misiles nucleares con los que Washington amenazaba a Moscú desde Turquía. De este modo concluyó lo que JFK, en una célebre frase, definió como una “apuesta infernal”, refiriéndose a cada una de las decisiones que había que tomar de cara a la posibilidad de un holocausto nuclear.
Recientemente, en un libro formidable, “JFK and the Unspeakable”, James Douglas, un respetable teólogo pacifista norteamericano, ha mostrado, con pruebas documentales contundentes, cómo la crisis de los misiles de 1962 afectó, profundamente, la comprensión que tenía Kennedy de la Guerra Fría. Esto llevó al presidente norteamericano a intentar desmantelar la lógica suicida de ese enfrentamiento mundial, estableciendo canales de comunicación clandestinos con Khrushchev, para coordinar acciones y evitar que se repitiera una situación análoga a la crisis de octubre. Douglas argumenta que esa transformación política de JFK lo llevó a un creciente enfrentamiento con el complejo militar industrial, un enfrentamiento que, eventualmente, produjo una conspiración en su contra y su asesinato a fines de 1963. Por cierto que estremece pensar que la fecha planteada, en la reunión arriba referida (la del 20 de julio de 1961) para lanzar un ataque nuclear sorpresivo contra la URSS, coincida, de manera casi exacta, con la del asesinato de Kennedy en noviembre de 1963. Ello bien pudiera indicar, como destaca Douglas, que se intentó culpabilizar al campo socialista del crimen para provocar otro crimen, aún mayor, un devastador ataque nuclear que habría causado, en pocos minutos, decenas de millones de muertos en la URSS.
Luego de esta sucinta descripción de la crisis de los misiles, corresponde ponderar sus lecciones para la actual coyuntura. En primer lugar y más allá de todo determinismo, el factor humano, materializado en un jefe de Estado, sí cuenta y puede decidir el resultado de una crisis semejante. No es tan sólo la preparación y la inteligencia que pueda tener o no un presidente para enfrentar una situación como la de octubre del 62. Además de esos elementos cruciales se encuentra la dimensión ética, en términos existenciales, la cual, en el caso de JFK lo condujo a enfrentar, como hemos visto, a la extrema derecha del complejo militar e industrial. En segundo lugar, la existencia de una bipolaridad mundial sirvió de contrapeso a las propuestas de un ataque nuclear unilateral como resolución del conflicto. La inexistencia, hoy por hoy, de algo análogo al campo socialista y el hecho de que el programa nuclear iraní sea para fines pacíficos, hace aún más patente el desbalance de la situación actual, añadiendo, probablemente, incluso mayores riesgos de que se produzca una acción unilateral por parte de Washington y Tel Aviv.
¿Llegaremos, a partir de la profundización de las sanciones, a un umbral tan riesgoso como aquel que nadie se atrevió a cruzar en los días, “tristes y luminosos” como dijera el Che Guevara, de octubre de 1962?, ¿tendrá Obama la estatura moral de un JFK para enfrentarse al ala más extrema del Estado norteamericano y evitar, corriendo incluso un alto riesgo personal, una tragedia desmesurada en el Medio Oriente? Lamentablemente todo parece indicar que la respuesta a esta segunda pregunta es un rotundo no. Queda de nuestra parte prepararnos para las consecuencias de esa respuesta negativa y proseguir la denuncia de la guerra, de esa “maestra salvaje” que, de llegar a estallar un conflicto nuclear, pudiera quedarse sin alumnos a quienes enseñar sus brutales lecciones.




UN GRUPO DE TEJEDORAS DE ALFOMBRAS PERSAS Y UNO DE LOS GOLPES MÁS DUROS QUE HA RECIBIDO LA CIA EN TODA SU HISTORIA.

El relato verídico que se presenta en estas páginas condensa, en términos casi míticos, el carácter del pueblo persa cuando éste se encuentra ante la necesidad de defender su identidad y su soberanía nacional. Si este relato, perteneciente a la historia reciente de Irán, no ha sido incorporado, todavía, al ámbito de la verdadera poesía épica, aquella que es hecha por las masas, más temprano que tarde lo será.
Recordemos el contexto Habían transcurrido nueve meses desde el triunfo de la revolución islámica en Irán. Se trató, hay que recordarlo siempre, de la única revolución del siglo XX que no estuvo inspirada en las ideas de la Ilustración o en el paradigma de la revolución francesa. Desde mucho antes de la caída del Shah se había articulado una teología política islámica que estremecería al mundo, golpeando la soberbia de los más poderosos. De esa teología política surgió la revolución islámica en Irán, una revolución que, a partir de sus raíces en el pensamiento chiita contemporáneo, desde Ali Shariati hasta el Imán Jomeini, nunca ha dejado de enfatizar la lucha contra la opresión y las injusticias de este mundo como valores fundamentales del ser humano. Al tratarse de una revolución contra la modernización capitalista, la cual había tratado de imponer, de manera violenta, el Shah, los revolucionarios iraníes intentaban, entre otras cosas, articular una “nueva espiritualidad política”, como dijera Michael Foucault al escribir la crónica de uno de sus viajes al Irán insurgente de fines de 1978.
Otro aspecto que no puede olvidarse: la revolución islámica que triunfó en 1979 fue, en un sentido superlativo, una revolución hecha por el pueblo, por enormes masas de pueblo. Se trató de un pueblo casi desarmado, el cual, en noviembre de 1979, venía de enfrentarse al tercer ejército más poderoso del planeta, financiado y adiestrado por Estados Unidos e Israel. Para sorpresa de todos los analistas militares occidentales, ese pueblo que enarbolaba el Corán, como su arma más importante, destruyó a la tercera máquina de guerra del mundo.
Es en ese noviembre de 1979 cuando ocurre el hecho que trajo como consecuencia el relato que quiero referir en estas páginas. En Teherán la noticia de que los EEUU habían dado asilo a Reza Pahlevi, alegando “razones humanitarias”, corrió como reguero de pólvora. Ninguna figura política era tan odiada por los iraníes como la del ex Shah, emblema vivo de toda la corrupción y la violencia contra la cual se habían rebelado llevándolos a optar, abrumadoramente, por crear una república islámica. El recuerdo de todas las brutales masacres ordenadas por Pahlevi y los espantosos crímenes de la SAVAK, su antigua policía política, eran una herida demasiado reciente en la memoria colectiva. Se extendió rápidamente, como ya dijimos, la noticia del asilo otorgado a Pahlevi y un grupo de estudiantes revolucionarios decidió realizar una protesta frente la embajada de los EEUU en Teherán. Con la radicalización de la protesta y la subsecuente toma de esa sede diplomática, se iniciaba una crisis política internacional que se prolongaría por 444 días y que, entre muchas otras cosas, ayudaría a destruir las ambiciones de reelección presidencial de Jimmy Carter.
Mientras la masa de estudiantes revolucionarios entraba en los espacios de la embajada, el personal de la estación local de la CIA se dedicaba a destruir sus vastos archivos, utilizando las típicas máquinas picadoras de papel que se pueden encontrar en casi cualquier oficina. .En aquella época la estación de la CIA ubicada en dicha embajada funcionaba como una base regional de ese servicio de inteligencia, conteniendo sus archivos una enorme cantidad de documentos de sus actividades en una gran cantidad de países alrededor del mundo, entre ellos la Unión Soviética, Turquía, Pakistán, Arabia Saudita, Iraq y Afganistán, aparte de hallarse una no menor cantidad de documentos sobre las relaciones de la CIA con el MOSSAD.
Antes de que los estudiantes iraníes tomaran el control de los espacios donde funcionaba la base de la CIA, la mayor parte de esos archivos había pasado por las máquinas picadoras de papel. Sólo quedaban pequeñas tiras o fragmentos de casi todos los registros de aquella enorme cantidad de información de inteligencia. Sin embargo, en este caso, los agentes de la CIA no contaron con una de las armas secretas más importantes de los iraníes: su ancestral cultura nacional, particularmente la destreza de sus artesanos. Los revolucionarios persas asignaron la tarea de juntar todos los fragmentos y reconstruir aquellos documentos a unas 250 mujeres, expertas tejedoras de alfombras persas quienes, aparte de su extrema habilidad manual, tenían consigo una enorme capacidad de reconocer patrones y, por supuesto, un gran fervor en la defensa de Irán.
El esfuerzo de reconstrucción de los archivos tomó dos años de trabajo meticuloso y continuo. Al concluir ese trabajo y hasta 1988, el gobierno iraní publicó 60 volúmenes contentivos de los secretos de la CIA en el Medio Oriente y en el resto del mundo, exponiendo sus formas de operación, sus recursos, nombres y datos de sus agentes, entre muchas otras informaciones claves.
Edward Jay Epstein, un reconocido especialista en temas de la inteligencia norteamericana, autor de varios libros y muy conocido por su estrecha colaboración con el célebre jefe de contrainteligencia de la CIA James Jesús Angleton, ha afirmado que la reconstrucción de los archivos de Teherán ha sido  la más grande pérdida de información secreta que haya sufrido, hasta ahora, cualquier servicio de inteligencia de las grandes potencias desde la II Guerra Mundial.
Uno no puede hacer otra cosa sino imaginar la ardiente paciencia de esas tejedoras de alfombras persas, su fina meticulosidad, su terco empeño en reconstruir el rompecabezas que constituían los fragmentos de papel dejados por un enemigo desesperado por ocultar sus secretos más preciados.
No sé si existe un monumento a esas mujeres de Irán pero debería haberlo. Ellas sintetizan toda la determinación del pueblo persa que sabrá, usando todas las herramientas de su rico ingenio, acabar, de una vez y para siempre, con sus enemigos si estos cometen la estupidez de invadir o de atacar a la República Islámica de Irán.
Para los interesados dos referencias bibliográficas, provenientes de dos fuentes hostiles a Irán, pero que recogen, a su pesar, esta extraordinaria historia de la resistencia antiimperialista:
2)    Bergman, Ronen: The Secret War with Iran: The 30-Year Clandestine Struggle Against the World's Most Dangerous Terrorist Power. Free Press, 2008.